Sin que sirva de precedente, incluyo aquí una columna que he publicado en IDEAL hoy martes, 24 de junio, por lo curioso de la historia y de la imagen que la ilustra. Coloco el texto íntegro ya que no puedo poner un enlace porque no aparece en la edición digital del periódico. Dice así:
Una mañana, al concejal de Hacienda le llegó una carta algo extraña, escueta y sencilla, escrita del modo en que lo hace alguien que no domina aún la caligrafía. Textualmente decía así: «Señor Juan Clemente, quiero darte 3 euros para que construyan el Parque Norte». Y efectivamente, dentro del sobre iban 3 monedas de euro. El escrito lo firmaba Miguel, un niño que entonces tenía 5 años, y junto a su nombre también aparecía, solidario, el de su hermana.
Clemente, agobiado como está desde hace un año por la precaria situación de las arcas municipales, no pudo evitar en primer lugar hacer cuentas: «si todos los ciudadanos siguieran este ejemplo, a 3 euros por persona, teniendo en cuenta que en Úbeda hay casi 35.000 habitantes, saldrían...». Pero inmediatamente después de sorprenderse con la cifra obtenida del tal multiplicación y de montarse en su mente el cuento de la lechera, repasando lo que se podría hacer con ese dinero soñado, pensó que había que regresar a la realidad de la carta y las 3 monedas y cumplir los deseos del remitente.
Así, ni corto ni perezoso, entregó los 3 euros a Intervención para que los sumaran a las cuentas generales del Ayuntamiento, no sin antes, junto a la funcionaria responsable, darle un montón de vueltas al modo en el que se podía endosar el dinero, pues esto nunca había ocurrido. Finalmente, se pudo hacer un recibo que de forma inmediata se envió al autor de tan generosa donación, y que luce desde ese día pegado con un imán en la puerta de la nevera de su casa.
Hoy, por fin, el Parque Norte abrirá sus puertas, y Miguel, que ya tiene 6 años (cumplirá 7 en septiembre), podrá jugar en los columpios que un día contempló desde detrás de unas rejas, inaccesibles, y le hicieron plantearse que había que hacer algo porque no era justo que el parque estuviera cerrado. Fue así como pensó que, si el problema era el dinero, él debía aportar su granito de arena arrebatando cierta cantidad a su paga de un euro semanal, y sacrificando para ello algunos sobres de estampas de Pokemon, que centran la mayor parte de sus gastos.
Siempre se ha dicho que los ubetenses no son capaces de reaccionar, de pasar a la acción cuando creen que algo es injusto. Y así se tiene asumido. No pienso que nadie tenga que enviar 3 euros para que se abra Santa María o se arregle la biblioteca, pues lo que aquí se relata no dejar de ser algo meramente anecdótico. Pero sí creo que tenemos mucho que aprender de la inocencia de este niño, de todos los niños.
1 comentario:
Bonita anécdota petos,
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