sábado, 6 de diciembre de 2008

CON LA GRADA ENFERVORECIDA


Un recuerdo al desaparecido Joan Baptista Humet. Se fue sin hacer ruido, pero dejó su música. Dice la canción: «habrá que hacernos a la idea que sube la marea y tú ya no estás aquí».


Si algo puede sentirse Antonio Cruz, además de orgulloso, es querido. Así se lo demostraron en el homenaje que se rindió al Úbeda Viva, su club deportivo que tiene en movimiento a más de 700 personas, sobre todo niños.

Debido a este reconocimiento, en el que indirectamente se destacaba su dedicación de toda una vida al deporte y a los jóvenes, el acto institucional del Día de la Constitución perdió los aburridos formalismos habituales y estuvo bastante animado, como si de un partido de fútbol se tratara.

En nombre de toda la ciudad, a Antonio Cruz se le entregó un diploma y una bandera de España y, como haría cualquier capitán de equipo para celebrar una victoria importante, dedicó los obsequios a una grada enfervorecida y jaleosa integrada por decenas de chavales que, orgullosos de llevar el chándal de su club, celebraron este gol en forma de homenaje como si el tanto lo hubiera metido cada uno de ellos. No hay más que verles las caras en la foto de arriba.

Cruz, recuperado de una grave enfermedad, juega la prórroga con la ilusión del primer tiempo. Y aunque sus fuerzas sean las del segundo tiempo, gracias a este nuevo trofeo se le pudo ver sonreir, tal y como refleja la foto de abajo. Y es que, a Cruz, aún no hay quien le pite el final del partido, pues le quedan muchos goles que marcar en la portería de la vida, eso sí, junto a su equipo, junto a sus chavales.

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