lunes, 9 de marzo de 2009

TRISTÓN AHORA ES CARAMELO

'Tu Caramelo', de Concha Buika.


El poni Tristón ya no está triste, y desde hace unos días disfruta de una vida mucho más dulce. Su existencia es ahora tan azucarada que hasta le han cambiado el nombre. Se llama Caramelo. Se lo ha puesto Ángela, la nieta de Lucrecio, quien ganó la subasta del poni hace un mes y ahora ha podido llevárselo a La Carolina, donde tiene un picadero de caballos. Pujó por él 500 euros, a los que ha tenido que añadir 100 euros de manutención y 35 más de papeleos. En total, 635 euros.

Si queréis leer el dulce desenlace de esta historia, pinchad AQUÍ. Y más abajo os dejo una secuencia de fotos del momento en el que tuvo lugar el feliz encuentro y el traslado.

LA LLEGADA: Tristón se asoma, curioso, al oír el ajetreo del remolque. Al ver a Lucrecio pensaría: «este tío me suena, vino una vez a verme, pero... ¿qué hace aquí de nuevo?».

PREPARANDO EL VIAJE: Para manejarlo mejor, hay que ponerle las riendas, en este caso muy patrióticas.

EXPECTACIÓN: salida triunfal de Tristón ante la atenta mirada de las cámaras y de Ángela (de rojo). Fue algo así como cuando Julián Muñoz salió de la cárcel. La niña, nada más ver al animal, dijo: «lo primero que voy a hacer es darle un baño».

VÁMONOS QUE NOS VAMOS: primer intento de subir a Tristón al remolque. El poni no lo ve muy claro, y menos ante tantas cámaras. Se ve que es vergonzudo.

«YO ME VOY DE AQUÍ»: Tristón se lo piensa y regresa al lugar en el que estuvo durante cinco meses. No se fía.

PROBEMOS OTRA VEZ: Lucrecio empuja, y Tristón pensaría: «¿que derecho tiene este tío a tocarme el culo?, ni que hubiera pagado 635 euros para meterme mano».

Y A LA TERCERA...: Lucrecio prefiere tirar y que empuje el otro, que para eso viene equipado con la ropa de montar.

...VA LA VENCIDA: Al final, Tristón cede, quizá cansado de que le manoseen las posaderas. Puede ser que sospechara que ese remolque le llevaría a una vida más dulce, ya como Caramelo. Conociendo la vidorra que le espera, yo hubiera subido la rampa sin necesidad de que me pusieran las riendas y sin que nadie me empujara. La única pega que le veo a su existencia es que está capado. En fin.... nadie es perfecto.

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